
Zelaya desistió en la noche del viernes de sus planes de regresar a Honduras, de donde fue expulsado el 28 de junio, ante la amenaza del gobierno de facto de Roberto Micheletti de arrestarlo y enjuiciarlo por varios delitos, constató una periodista de la AFP.
El mandatario depuesto dio marcha atrás a su segundo intento por recuperar el poder, tras permanecer durante más de ocho horas plantado en el puesto fronterizo Las Manos, tratando de negociar con la cúpula militar hondureña para que lo dejaran pasar sin detenerlo.
Tras una prolongada espera, sus seguidores y los numerosos periodistas internacionales que lo acompañaban partieron a las 20H35 locales (02H35 GMT) de Las Manos hacia Ocotal, cabecera del departamento nicaragüense de Nueva Segovia, fronteriza con Honduras.
Zelaya, en el centro de una escena multitudinaria y desordenada, había llegado a la frontera enfundado en un traje estilo vaquero y con su inseparable sombrero, acompañado de un puñado de sus seguidores.
Decenas de simpatizantes cruzaron la frontera al lado nicaragüense para esperarlo, y algunos no pudieron disimular su decepción por la actitud del mandatario. "Que entre ya", decían enojados y decepcionados varios de ellos, quienes admitían su "cansancio" tras "10 días de estar en esto".
"Este no tiene los huevos donde debe", se quejaban delante de una periodista de la AFP.
Del lado hondureño se incrementó la presencia militar a medida que caía la noche con soldados armados y sus rostros cubiertos de pasamontañas. Allí se produjeron incidentes entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes fieles a Zelaya, mientras a su familia se le impedía acercarse a la frontera para reunirse con él.
La esposa de Zelaya, Xiomara Castro, discutió con los efectivos que le cerraron el paso para que la dejaran "acompañar al presidente de todos los hondureños, que le permitan a su familia estar con el presidente", según dijo a la cadena multiestatal Telesur.
Mientras tanto, el presidente de facto hondureño dijo que la actitud de su rival político fue "irresponsable" y advirtió que si ingresa al país será arrestado por la Policía Nacional.
"El acto del señor Zelaya fue irresponsable, no meditado y de muy poca seriedad", dijo Micheletti durante una declaración al país en la Casa Presidencial.
"Si el señor Manuel Zelaya Rosales entra a territorio hondureño, será arrestado por nuestra Policía Nacional y no por el Ejército, según lo que dicta nuestra Constitución", agregó.
Micheletti coincidió en este único punto con la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, quien calificó la visita de Zelaya a la frontera como "imprudente".
"No contribuye al esfuerzo general emprendido para restablecer la democracia y el orden constitucional en Honduras", agregó Clinton, que pidió a Zelaya que aceptara las propuestas del mediador de la crisis hondureña, el presidente costarricense Oscar Arias.
El plan de Arias se topó con la negativa frontal del gobierno de Micheletti a aceptar la reinstauración de Zelaya y, el miércoles, ambas partes lo dieron prácticamente por muerto. Sin embargo, Micheletti dijo que sigue confiando en esa mediación.
La llegada de Zelaya a la frontera fue transmitida por las cadenas internacionales de televisión, pero la prensa hondureña la ignoró y mantuvo su programación regular.
En cambio, la televisión hondureña sí transmitió un acto masivo en la ciudad norteña de San Pedro Sula, corazón económico del país, en apoyo al gobierno de facto de Micheletti.
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