Mario Caterino era el número dos de los Casaleses, clan de la camorra napolitana. El Gobierno lo consideraba uno de los 30 prófugos más peligrosos del país
Vivía a pocos pasos de una comisaría de policía. Mario Caterino, de 48 años, se encargaba de las extorsiones y de la administración de los sueldos de los afiliados hasta que hace cinco años desapareció de vista.

Mario Caterino era denominado "o Botta" (el golpe), por su afición a los explosivos. No estuvo escondido muy lejos, quizá para no perder influencia en la zona. Permaneció en la localidad de Casal di Principe, en la región de la Campania (sur de Italia). Estaba acusado de homicidio, asociación delictiva de tipo mafioso y sobre él ya pesaba una condena, ya definitiva, de cadena perpetua.

Caterino era, sin dudas, la figura más importante de los Casaleses detrás de Michele Zagaria, que desde hace 30 años está en busca y captura, y de cuyas actividades da buena cuenta el escritor italiano Roberto Saviano en su libro Gomorra.

Cuando fue arrestado, Caterino recibió a los agentes aplaudiendo y sin oponer resistencia. "Antes o después tenía que pasar", les dijo.

Con su arresto, ahora todas las atenciones se centran en detener a Zagaria, que es quien está a cargo del clan después de que en junio de 2010 fuera arrestado Nicola Schiavone y en 1998 sucediera lo mismo con su padre, Francesco Schiavone, apodado "Sandokán".