Según testigos presenciales, el caos generado fue total, con miles de personas corriendo despavoridas. “Desde el primer momento vi heridos y gente desmayada”, relata la empleada doméstica Cristina Gonzaga, que se disponía a embarcar en el tren que la lleva todos los días a su barrio. El enfrentamiento rápidamente se extendió a la avenida Presidente Vargas y a las calles aledañas, con barricadas incendiadas, destrozos y cargas policiales con abundante gas pimienta y bombas de gas lacrimógeno. Los encapuchados arremetieron con piedras y emplearon vallas metálicas para protegerse de las embestidas de los agentes.
Reporteros del portal UOL y del canal de noticias Globo News han denunciado haber sido agredidos injustificadamente por los antidisturbios. Tanto la Estación Central como la parada de metro con el mismo nombre y varias calles del centro de Río permanecen cerradas.
Las multitudinarias manifestaciones que inundaron las calles de todo Brasil en junio del año pasado comenzaron con la misma reivindicación tras anunciarse un aumento de 20 centavos en el precio del billete del autobús en varias ciudades. Esta vez el conflicto parece circunscribirse a Río de Janeiro y promete no apagarse rápidamente. El 10 de febrero está convocada una nueva manifestación contra la subida del precio del autobús.

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