Investigadores dicen haber encontrado pruebas de que los camellos – que ahora viven en las partes más calientes del mundo – tienen ancestros en el Ártico americano.
Unos huesos fosilizados descubiertos en el extremo norte de Canadá
y analizados por un equipo de investigación dirigido por el Museo
Canadiense de la Naturaleza provienen de un animal que vivió hace cerca
de 3,5 millones de años.
Éste era mucho más alto que los actuales
camellos -tenía casi tres metros de altura – pero el análisis de las
proteínas que se encuentran en los huesos muestra que los dos están
relacionados.
Los camellos antiguos se parecían a los
de hoy en día y estaban bien adaptados a la vida del Ártico, que en
aquella época estaba forestado y era templado.
La joroba siempre estuvo, para conservar
las reservas necesarias durante el duro invierno, además de los pies
planos, útiles para caminar sobre la nieve, y los ojos grandes que les
ayudan a ver con poca luz.
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