Por Bolívar Balcacer

En estos días, he sido fulminado de email por diversos flancos, tanto de República Dominicana como de New York, pidiéndome la opinión sobre la demanda que contra la emisora la Z-101 y parte de su personal a interpuesto el joven empresario Felix Cabrera vía el Cónsul General de República Dominicana en New York, Rafael Evans. Demanda que se ha depositado ya en la Suprema Corte del Estado de New York mediante los servicios de una firma de abogados encabezada por Ezio Scaldaferri LLP, ubicada en el 845 Third Avenue de la referida ciudad.

La ultima vez que ví a Felix Cabrera fué en el encuentro que para los dominicanos realizó el alcalde de New York Michael Bloomberg en Grace Mansión, allí no tocamos ningún tema más que un saludo y unas cuantas fotos y no volví a verlo, hasta que me enteré por internet de la rueda de prensa que se efectúo en Santo domingo para informar la situación.

Siempre he creído que en la Z-101 hay licencia para matar reputaciones, que no tienen control y no me sorprende, porque es en la ciudad de New York donde el ministro de Cultura José Rafael Lantigua dice vía la emisora NYradiord que no creia en la comisión nacional de Espectáculos Públicos y radiofonia, en ese sentido cualquiera escuchando a la máxima autoridad de ramo hablar de esa forma hace lo que le viene en ganas como está sucediendo en la Z-101 por años.

El problema aquí no es que Felix Cabrera haya demandado a la Z-101 ni nada por el estilo, sino que se puso los pantalones para enfrentar el libelo del aire, cosa que no han tenido otros dominicanos que han sido convertido en pura boñiga por Alvarito Arvelo y sus diablos cojuelos con la santificación de Bienvenido Rodríguez y uno que otro "al parecer turpen del poder".