
La situación en Honduras fue examinada este lunes por la Asamblea general de la ONU, donde una mayoría de Estados Miembros condenaron enérgicamente el golpe de Estado contra el presidente Manuel Zelaya.
En una reunión urgente en la sede de >>Naciones Unidas en Nueva York,<< el presidente de la Asamblea general, Miguel d'Escoto, trajo a la agenda el "indignante ataque contra la democracia hondureña para que podamos considerar medidas para obtener la restauración pacífica del gobierno legítimo de Zelaya".
D'Escoto, nicaragüense y ex canciller de un gobierno sandinista (izquierda), destacó que el golpe perpetrado el domingo pasado "es el primero en la región desde el fin de la guerra fría".
El presidente Barack Obama sostuvo este lunes que Estados Unidos estima que el derrocado líder hondureño Manuel Zelaya "sigue siendo presidente de Honduras".
El golpe de Estado en Honduras y el incierto futuro del gobierno de Tegucigalpa y el presidente Manuel Zelaya están convirtiéndose en una prueba de fuego para dos actores físicamente lejanos pero muy implicados: Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos (OEA), en momentos en que ambos luchan por un mayor protagonismo hemisférico.
Sobre todo porque aún está en la memoria de muchos la respuesta de estos dos actores ante el que hasta la víspera era el último golpe de Estado efectuado en la región, el que en 2002 sacó brevemente del poder al presidente venezolano Hugo Chávez, y que granjeó duras críticas tanto a la OEA por su lentitud en condenar los hechos como a la administración de George W. Bush por apoyar inicialmente al gobierno golpista.
El propio secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, reconocía indirectamente los errores pasados al afirmar que la rápida condena del organismo al golpe en Honduras -apenas unas horas más tarde de su inicio y mediante una enérgica resolución aprobada por aclamación en su sede en Washington- lo "aleja de oscuros períodos de la historia de nuestro continente".
"Queremos cambiarla (a la OEA), hemos tratado de hacerlo porque estamos convencidos de que su futuro está condicionado por su capacidad de terminar con las cosas negativas que tanto daño le han hecho a nuestros países en el pasado", dijo Insulza la noche del domingo.
"Los desafortunados eventos en Honduras fueron un test de la capacidad del sistema interamericano de apoyar y defender la democracia y el orden constitucional en nuestro hemisferio", corroboró hoy la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton.
Mas el propio Estados Unidos está siendo estrechamente observado por América Latina en el caso hondureño.
El presidente Chávez se apresuró la víspera a achacar a la política del "imperio yanqui" en la región los hechos en Honduras que, afirmó, son "consecuencia de la política imperial" de financiar a grupos de derecha en América latina.
Algo que altas fuentes del gobierno estadounidense rechazaron rápida y rotundamente. En una conversación con periodistas en Washington bajo condición de anonimato, los altos funcionarios subrayaron la vía "multilateral" por medio de la OEA que la Casa Blanca ha elegido para afrontar la crisis y remarcaron que se trata de una situación que "debe ser resuelta sin influencias ni interferencias externas".
El diario "The New York Times" destacaba de hecho este lunes el "fuerte contraste" entre las acciones de Bush en 2002 y la rápida respuesta de Obama el pasado domingo, quien se apresuró a emitir un comunicado manifestando su "profunda preocupación" por la situación en Honduras y llamó a las autoridades de Tegucigalpa a "respetar las normas democráticas, el imperio de la ley y los principios de la Carta Democrática Interamericana".
"Obama tiene ahora la oportunidad de demostrar tanto a amigos como a enemigos en el hemisferio occidental que Estados Unidos finalmente ha decidido alinearse de forma inequívoca con la democracia, y que el imperio de la ley importa tanto en Tegucigalpa como en Washington", escribió en la versión online de la revista "Foreign Policy" el ex vicepresidente costarricense y actual experto de la Brookings Institution Kevin Casas-Zamora.
"El golpe (en Honduras) le da a la administración Obama una oportunidad de demostrar que va en serio cuando habla de trabajar junto a sus vecinos hemisféricos y de intentar reparar los daños en los asuntos interamericanos", coincidió el vicepresidente del "think tank" estadounidense Diálogo Interamericano, Michael Shifter, en entrevista con la agencia dpa.
"Washington puede usar la crisis en Honduras como una vía para recuperar su credibilidad en América Latina", sostuvo el experto, para quien la actual administración estadounidense está tratando de "consultar más y ser más colaboradora", siguiendo el espíritu delineado por Obama durante la Cumbre de las Américas de abril, donde aseguró su voluntad de un "nuevo comienzo" en las relaciones hemisféricas
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