
Barbados es una isla que llega a los 100 mil habitantes y que hasta hace cinco años los únicos mapas que la ponderaban eran los de las guías turísticas.
Por lo remoto de su ubicación, ni siquiera Rihanna imaginaba lo que hoy sucede con su éxito global.
“Es una locura, porque me están pasando un montón de cosas, pero realmente ninguna me ha golpeado. Esto es realmente un cuento de hadas, porque firmé el contrato para el primer disco el mismo día en que salí de Barbados”, declaró justo cuando la canción “Pon de replay” se había convertido en el primer éxito de su carrera.
Pero es necesario hurgar un poco en el pasado de su “cuento de hadas”: Nació en la parroquia de Saint Michel y cursó la secundaria en una escuela que destaca por el nivel de su programa de educación musical. Fue ahí donde formó un grupo con dos amigas.
A la isla llegaban pocas novedades de la música rock y, en cambio, siempre escuchaba mucho reggae. “Me encantaba el ryhtm and blues... en realidad en Barbados no tocan otros discos que no sean de reggae, así que no supe nada de ‘Tainted loved’ ni de rockeros clásicos hasta que me mudé a EU”.
Esa vida remota y rústica cambiaría el día en que conoció al productor Evan Rogers, en una situación que podría llamarse golpe del destino. Rogers, famoso por haber trabajado con ’N SYNC, Christina Aguilera, Rod Stewart y Kelly Clarkson, está casado con una barbadense y estaba un día de 2003 disfrutando vacaciones en la tierra de su esposa, cuando unos amigos le insistieron que escuchara un trío de cantantes.
Rogers tiene muy claro el recuerdo de esa sesión: “En cuanto Rihanna apareció en el salón, las otras dos muchachas desaparecieron. Ella tenía una gran fuerza”.
Entonces fue que viajó a Nueva York y ese mismo día ya estaba firmando su contrato con Def Jam, una de las discográficas más poderosas y que han impulsado carreras como la de Beyoncé y Mariah Carey.
Desde entonces han pasado apenas cuatro años y su vida ha cambiado radicalmente: “Yo era una simple estudiante en Barbados y de pronto estoy en Nueva York con la agenda llena de sesiones de fotos, entrevistas, grabaciones, conciertos”.
Su vida parecía apuntar hacia la perfección, y los siempre ávidos mercadólogos la llamaban “La Madonna negra”, hasta que la semana pasada se suscitó el incidente de violencia con Chris Brown, su novio.
Una llamada anónima alertó al 911 de que había sido testigo de que Brown había golpeado a Rihanna. El rapero se entregó a la policía voluntariamente, pero los golpes fueron tan severos que se evalúa la posibilidad de hacer cirugía plástica a la cantante.
Con Brown llevaba un año de lo que públicamente parecía un feliz noviazgo. Actuaban juntos con frecuencia en conciertos y él la seguía en sus giras mundiales, incluso hasta Sydney, Australia.
De aquellos años felices, sólo quedan hoy las fotografías que publicaban los paparazzi.
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