Luego hay lugar para los fans. El Residente hace subir al escenario a una adolescente que se queda totalmente inmovible ante su ídolo, que elige cantarle una canción romántica, sin dejar de ser reggaeton, “El beso de desayuno”. Más tarde, la fiesta alcanza uno de los puntos más altos cuando varias chicas bailan “Se vale todo” con el galán sucio del reggaeton. Lo tocan, lo besan, le mueven las caderas cada vez más cerca. A él le gusta, sabe que seduce con ese físico envidiable, músculos bien marcados y sonrisa compradora. “La hormiga brava” suena en la noche, con la voz particular de esa cantante parte de la Calle 13, que acompaña a la perfección al cantante.
Los momentos bien argentinos se hace presente cuando la Chilinguita se suma a los músicos para acompañarlos en “Pal’ Norte” -otra canción contra EE.UU.- y Bajo Fondo Tango Club sube para el “Tango del pecado”. Sube el volumen de esa música satánica, riéndose de las críticas, la banda entona sus letras sin importarles nada. Su gente acepta el desafío sin pensarlo y el vínculo entre Calle 13 y el público queda reafirmado cuando se suceden los halagos y cánticos de amistad entre Argentina y Puerto Rico.
“Ella es”, “Sin exagerar” y “Cabe-co” son también parte de la noche junto a “Japón”, ese divertido tema donde definen las características y rasgos típicos de los orientales y se preguntan ”que pensarán de nosotros en Japón”.
El final llega con más aplausos, gritos y baile cuando empiezan a sonar los acordes del “Atreve-te-te”, su éxito más grande. La canción loca que los llevó a la fama y los hizo salir del closet. Una noche a puro reggaeton donde no todo es diversión sino también un poco de concientización sobre los problemas del mundo
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